Jerez, más allá del vino y los caballos
Xera, Ceret. Sherish son algunos de los nombres que a lo largo de la historia ha tenido la ciudad de Jerez de la Frontera. Situada en un enclave privilegiado cerca de la Sierra de Cádiz y a sólo un paso de la Costa y el puerto de la capital gaditana, fenicios, romanos y árabes la eligieron sucesivamente para asentarse, dejándole como legado un gran acervo cultural y una fisonomía bastante particular.
Los orígenes de Jerez parecen remontarse a los antiguos fenicios, que la llamaron Xera o Serit al acuñar sus monedas. Sin embargo, algunos investigadores aseguran que sus raíces parecen asentarse en el Imperio Tartésico. Con el tiempo, los romanos cambiaron su denominación a Seritium o Xeritium latinos; posteriormente, la dominación árabe hizo evolucionar su nombre a Sheres, Xerez, Xerez Sadunia, Xerez Sidonis, de Sidonia o Seduña, hasta llegar al actual nombre cristianizado de Jerez de la Frontera.
El descubrimiento de América y el final de la guerra con el Reino de Granada trajeron a Jerez una etapa de prosperidad y auge económico, ya que, por su ubicación estratégica, poseía una localización privilegiada como almacén y abastecimiento de las mercancías de las Indias y su nobleza contaba con el apoyo de la realeza castellana. Con el descubrimiento de América, se abre un nuevo mercado, que da salida a los numerosos productos de la tierra, y que hace necesario el cultivo de nuevas tierras, hasta ahora baldías, para abastecer de viñas, trigo o cereales a la creciente población indiana.
Comienza así el cultivo de la vid en Jerez, que la marcará hasta nuestros días, ya que ha sido la industria bodeguera la que ha guiado el desarrollo, económico, social y urbano de la ciudad.
Sin duda, ha sido su vino blanco lo que ha proporcionado un mayor reconocimiento internacional. El Jerez o Sherry, es lo más conocido, pero también la fama de sus caballos, sin duda, también ha traspasado fronteras. La cría y doma del caballo de Pura Raza Española en tierras jerezanas es ya de fama legendaria, y el establecimiento de la Real Escuela Andaluza de Arte Ecuestre en la ciudad, se convirtió en otro motor de desarrollo cultural y social.
Jerez es también la cuna del arte flamenco, donde han nacido grandes de cómo Lola Flores, José Mercé, la Paquera o Moraíto. Y es que en Jerez es flamenco puro. Desde sus tablaos y peñas se respira duende y esencia flamenca. No en vano, Federico García Lorca la llamó la Ciudad de los Gitanos.
Actualmente Jerez es una gran ciudad, la quinta en población de toda Andalucía, que ha sabido adaptarse a los tiempos que corren, manteniendo viva su tradición y sus raíces, pero abriéndose al mismo tiempo a la modernidad para no vivir estancada en el pasado. Todas estas características, unidas a su situación geográfica y su clima, la diferencian y la convierten en una ciudad atractiva, tanto para el turismo, como para residir en ella.